(87) La circuncisión

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La palabra “circuncisión” (“cortar alrededor”) se aplica al ritual hebreo, y de otros pueblos que siguieron la orden de Dios a Abraham, citada en el Génesis (17:11-12) como señal de la alianza entre el Creador y el ser humano (la Biblia-siempre tan machista- sólo habla de “hombres”).  Esta  costumbre bíblica, después adoptada por la religión cristiana, consiste en cortar el prepucio de los varones, dejando al descubierto el glande o cabeza del pene. Aunque esta incisión puede tener motivos de higiene  médica, a veces tiene connotaciones religiosas, al quedar registrada en los evangelios canónicos con motivo de la circuncisión efectuada en el Templo de Jerusalén por el Sumo Sacerdote en la carne del propio niño Jesús, con  sus jóvenes padres de testigos. Así aparece en los cuadros de pintores renacentistas, como el de Luca Signorelli (1491) que se conserva en la National Gallery de Londres, procedente de la capilla de La Circuncisión, en la iglesia de San Francisco de Volterra (Italia).

La “alianza” entre Creador y criatura no deja de ser una leyenda, sin más  fundamento que la cita de la Biblia, sospechosa como todas sus páginas, de ser fruto de  la imaginación humana. Una vez más, Yahvé hace gala de una soberbia incompatible con la caridad y misericordia que se le atribuye en los libros sagrados. Nunca perdona una desobediencia. Por eso, sigue con sus advertencias conminatorias: “Al que no se haya circuncidado la carne de su prepucio, esa persona será extirpada de su pueblo pues quebrantó mi alianza” (Gén 17-14).  Creo que en ningún sermón eclesiástico se podrían escuchar estas duras palabras en boca del sacerdote, ya que no se pueden admitir como “palabra de Dios” aunque estén recogidas en la Biblia.

La circuncisión, que se practica en varios países (sobre todo judíos  y musulmanes) como un ritual de iniciación sexual, y de cohesión tribal o étnica, incluso de confesión religiosa, hunde sus raíces en el tiempo, ya que de ella se tienen noticias de hace miles de años. En el siglo V a.C. ya la practicaban los egipcios, porque se sabe que el matemático griego Pitágoras tuvo que circuncidarse para poder entrar y estudiar en sus templos. En la actualidad, se aconseja la intervención  de  un facultativo, y un periodo de reposo para el paciente hasta que deje de sangrar.

Los judíos siguen circuncidando a sus hijos al octavo día, como indica la Biblia, que recuerda este rito sangriento como el  “pacto” con Yahvé, alianza de su pueblo “escogido”, que excluye a todos los demás. Exclusión que ha tenido graves consecuencias en los momentos de guerra anti-judía.

Entre los musulmanes, la religión islámica no exige la circuncisión, pero se practica igualmente, como un signo de pureza y fidelidad, en recuerdo del profeta Mahoma, que sí estaba circuncidado. Operación que se exige, por tanto, a todos los conversos, y que se hace comunitaria cuando hay varios aspirantes a circuncidar su prepucio. Cuando el converso es mayor la herida tarda más de una semana en cicatrizar y es preciso untarla con grasa y un vendaje,  que dificulta la expulsión de la orina. El resto del prepucio cortado sufre extrañas costumbres para ser eliminado, desde enterrarlo bajo un árbol hasta lanzarlo al mar o a un río, pero rara vez será incinerado. En algún país africano, como Liberia, los prepucios se secan al sol y luego son cocinados para alimentar a las jóvenes casaderas como parte de su iniciación sexual. Lo mismo ocurre con los clítoris de las chicas que son extirpados durante la iniciación y dados a los jóvenes masculinos como aperitivo sexual. Costumbres bárbaras que se mantienen de generación en generación y que ponen de manifiesto la “inhumana” condición humana, tan mal “fabricada” que oculta la bondad y exhibe la irracionalidad en momentos “críticos” de la conciencia.

6 comentarios en “(87) La circuncisión

  1. Querido Juan; es cierto que soy muy mayor, pero puedes tutearme-Seguiré escribiendo mientras alguien me lea y me critique o me alabe. Gracias por entrar en mis escritos, que es como entrar en mi cerebro…que todavía funciona. FAP

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  2. El Antiguo Testamento es una sucesion de barbaridades. No comprendo por que se le considera un texto sagrado. Don Francisco, continue Vd escribiendo. Necesitamos respirar aire limpio. Saludos desde la Alcarria.

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  3. Toda esa historia la veo propia de caníbales, haga quien lo haga, y menos, ordenado por un ser loco que siempre estaba enfadado y organizando guerras entre los hombres y correspondía al nombre de Yavêh o Jehovâ y al que los judíos tenían por Dios. Pero, ¿qué grado de inteligencia debían de tener aquellos judíos, para tener como al Creador o esa Fuerza o Energía que dio lugar a todo cuanto existe en el Universo, a un extraño ser que siempre ensarzaba a unos pueblos contra otros y tenía a su pueblo preferido -por supuesto, como era natural- al pueblo judío?
    Estará escrito en la Biblia, pero para mí, toda esa Escritura es una serie de barbaridades escritas por unos hombres ya de por sí muy guerreros.

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