En el antiguo Egipto, siempre tan fascinante, se conocía como “llave de la vida” (“cruz ansada” o “ank”) un jeroglífico en forma de cruz con la parte superior elíptica, tal como aparece en la ilustración. Este símbolo de la inmortalidad permitía “penetar en el mundo de los muertos”, la gran obsesión del pueblo egipcio, cuando los esclavos hebreos, dirigidos por Abraham, salieron del país para establecerse en Palestina.
Esta salida masiva fue, sin duda, el origen de Judea en el territorio entonces ocupado por otros pueblos indígenas que fueron, a su vez, expulsados o exterminados por orden de Yahvé, como se puede leer en la Biblia, el “libro de los horrores” inventado por los humanos, porque es imposible que algún Dios ordenara tantas barbaridades.